jueves, 7 de octubre de 2010

Los jóvenes españoles suspenden en cultura innovadora y competitividad

06.10.2010 MADRID Rosario Fernández eleconomista.es

Mientras los países nórdicos están a la cabeza en el terreno innovador, España ocupa las últimas posiciones, según un informe de la Fundación Cotec. Una mayor apuesta por la Formación Profesional es necesaria.

Los jóvenes españoles necesitan mejorar, y mucho, en cultura innovadora. Nuestro país, junto con Italia, Grecia y Portugal se sitúa a la cola de la UE también en este terreno. Factores como un menor cultivo de la inteligencia –que incluye, además, la dimensión artística–, las horas de estudio, una menor confianza en uno mismo y en la sociedad, una alta aversión al riesgo, una emancipación del hogar más tardía, mayores horas frente a la televisión, un horizonte vital más reducido y un menor interés en la cosa pública contribuyen a explicar la distancia que separa a estos territorios en lo que a tasas de innovación se refiere, medidas en patentes por millón de habitantes, con los nórdicos, que ocupan las posiciones superiores. En lugares intermedios se encuentran los países centro-continentales (Alemania y Austria, Francia y Bélgica) y Reino Unido e Irlanda.

Estas son algunas de las conclusiones que se desprenden del estudio La cultura de la innovación de los jóvenes españoles en el marco europeo, elaborado por la Fundación Cotec, presentado ayer, que ha relacionado un total de 57 indicadores culturales con la capacidad de innovación de los países de la Europa de los 15 aplicados a la población joven comprendida entre los 15 y los 29 años.

Necesidad de cambios
Este bajo nivel cultural no parece ser el más apropiado para para una economía innovadora y competitiva. Como subrayó el presidente de la Fundación Cotec, José Ángel Sánchez Asiaín, “a los jóvenes españoles no se les han inculcado los beneficios de una sociedad innovadora”.

Así, el documento destaca que después de treinta años de economía de mercado, de vida democrática y de expansión del sistema de enseñanza, no ha mejorado sustancialmente la cultura de innovación de los españoles. “Y ello supone un importante obstáculo para nuestro país a la hora de afrontar los desafíos que nos aguardan en el camino. Los datos aconsejan enderezar el rumbo con urgencia y contundencia”, según Sánchez Asiaín.

El informe, además, señala que hay que poner atención en el sistema de enseñanza, cuya responsabilidad si bien es grande, es compartida junto con la familia, las élites y los medios de comunicación. Por ello, el director del informe y presidente de Analistas Socio-Políticos, Víctor Pérez-Díaz, destacó que “es fundamental una Formación Profesional de calidad, ya que la innovación surge del trabajo conjunto entre el gran descubridor científico y gente con oficio que conoce de cerca la maquinaria”.

El hecho de que nuestra secundaria superior esté tan desequilibrada del lado del Bachillerato se debe no sólo a un excesivo prestigio de la vía universitaria, sino a que muchos jóvenes que podrían estar cursando estudios profesionales no lo están haciendo por haber sido expulsados del sistema educativo formal. Esto distingue a nuestro país de otros europeos y se trata de una diferencia con una vinculación relativamente directa con la capacidad de innovación. El coautor del trabajo, Juan Carlos Rodríguez, añadió que “el sistema educativo puede ayudar a cambiar las pautas culturales que frenan la innovación”. Y señaló la importancia del cultivo del arte, que fomenta la creatividad, o la necesidad de dar más valor al conocimiento de idiomas.

Si las necesidades de aumentar la innovación de nuestro país son crecientes, los presupuestos para 2011 del ministerio que dirige Cristina Garmendia no van en el mismo sentido. Pérez-Díaz cree “no es razonable este presupuesto, ya que manda un mensaje contrario a lo que se requiere, es decir, un modelo de cambio que va en la dirección de la innovación”.